25.2.10

Esta no es mi Casandra.
Calanda es el pueblo de Buñuel. Es un pueblo en el que suenan mucho los tambores. Pero son solo tambores, el ritmo de la vida, música para escuchar, más bien para bailar.
Calandra ha enfermado, ha estado tendida en la cama soñando con su libro. Hasta ha dejado de escribir. Hoy se ha levantado temprano, y se ha dicho ha si misma que debe volver ha escribir. Se lo ha dicho mirándose al espejo, se lo ha ordenado el cerebro, ese que mueve los hilos oculto, y ella, esa cara que mira al espejo, ha hecho teatro para verse a sí misma la cara que hace cuando se enfada. Luego ha continuado mirando al espejo durante un largo pero corto período de tiempo. Cree haberse reconocido. Cree reconocerse en sus defectos. Los defectos fluyen, los defectos parecen rodearlo todo. Las arrugas se multiplican. No las acepta. Hasta ahora todo eran risas y cosas bonitas, pero ahora que ya se va conociendo más así misma, empieza a reconocerse en sus defectos, y no le gustan. Ya no puede sonreír y disfrutar de la belleza del encuentro consigo misma. Ya no deja las manías colgadas en la puerta y la inspiración huye. A veces la alcanza con la punta de los dedos. Es como un como despertar en el matrimonio después de un hermoso romance de diez años. Ahora le dan ganas de ocultarse, piensa en tapar su naturalidad con la vieja y artificial crema amarillenta que utilizaba para quitarse las espinillas de la época de la ausencia de madurez; y rasca su cara fresca con el algodón agrisado por el tiempo y la vergüenza. Mucha crema, crema escupida por un spray, que se come la capa de ozono, bofetadas de crema y algodón que hasta lesionan. Todo contra las arrugas. Pero las arrugas persisten y hasta se hacen hermosas, sonrojadas, admirables. Las arrugas, las cicatrices, el cabello caído, son la rebeldía contra la estética dominante. Pero Calandra sigue viéndolas feas, ha perdido la magia transformar los vientos en energía para volar. La obsesión ha disparado a la niña caprichosa de fácil rabieta y ojos oscurecidos.
Pero todo esto es plato frío de invierno, pronto estará aquí la primavera llamando a la puerta, y creo que Calandra la dejará entrar con todas sus flores y si caben hasta todas las hojas, con la variedad de sus formas y después vendrá el verano para pasear su desnudez y sus arrugas.

2 comentaris:

Manel ha dit...

Perdón, no he firmado. Pero seguro que a estas alturas, ya reconoceis mis escritos.

Manel

contesquenosoncontes ha dit...

Ets molt bo Manel; jo sempra he dit que ets el poeta del grup però no et conegia aquesta faeta de filosif, no cambiis mai.